“ O LIBRO DO XIRO “
“O Xiro”, Antonio Pérez Sánchez es uno de los vecinos populares de Chanteiro.
Ahora, por los achaques y
la edad está obligado a permanecer en casa. Pero en sus años mozos y ya
maduros, desplegó distintas actividades en diversos sectores, destacando
siempre por su cordialidad y simpatía con enorme sentido del humor e
imaginación.
Sus charlas eran siempre
amenas con toques de fabulación, recuerdos del pasado y “mucho cuento”.
También era lo que se
dice un “manitas” en lo laboral, desempeñando oficios varios: carpintero de
banco en muebles y sellas, también de ribera en chalanas y piraguas. Fue encofrador,
albañil, pintor, herrero, agricultor, marinero y pescador. Y en los ratos de
ocio era animador y Cuentacuentos.
Famosa fue su piragua,
que en ocasiones dejaba en una charca en la playa chanteiresa y donde llevamos
un chapuzón al zozobrar cuando pretendíamos pescar anguilas.
En el pasado año 2011, un
sobrino de Xiro de A Redonda (Mugardos), José
Manuel Sousa Pérez, le dedicó un pequeño libro novelado, versado en los
recuerdos de Chanteiro que le escuchaba a su tío Xiro. Lleva forma de
conversación figurada entre O Xiro y un supuesto amigo “Cipri”, chanteirés emigrado y que se reencontraban, después de
muchos años, en una excursión a Cantabria donde Cipriano montara un Bar y allí
rememoraban sus andanzas y los recuerdos que tenían de la vida en Chanteiro en
sus años mozos (décadas de los cincuenta del pasado siglo XX).
Como tuvieron la
gentileza de obsequiarme con un ejemplar de la edición personalizada de este
Libro sobre los “Recuerdos de Nuestra
Aldea”, me complazco en presentarlo en mi “A Voz
de Chanteiro”, incluyendo algunos retazos de su contenido:
CHANTEIRO, TIERRA Y MAR.
Los
recuerdos de nuestra aldea surgieron con motivo de una excursión del Inserso a
Cantabria, visitando esas hermosas tierras, nos llevaron a diferentes pueblos y
rincones y en uno de ellos, llamado Potes, por cierto muy bonito y muy bien
conservado, encontré tras la barra de un mesón-restaurante, en el que decidimos
entrar para probar algún licor de aquellas tierras, a Ciprián, un amigo de mi
infancia y parte de mi juventud vivida en nuestra aldea de Chanteiro.
La sorpresa fue muy
grande, nos llevamos los dos una gran alegría ya que al encontrarnos, y aunque
habían pasado muchos años sin habernos
visto, nos quedamos mirando el uno al otro y
dijimos, casi al mismo tiempo:
“¿Cómo, pero tú
eres…Xiro..?”
“Y
tu…Cipri?. ¡Qué alegría, yo ya perdiera la esperanza de encontrarte algún día
porque perdí totalmente la pista de por
donde podías andar, pregunté por ti en algunas ocasiones y nadie me supo decir,
¡y mira! Como si el destino quisiera que
nos volviéramos a encontrar a 400 km de nuestra aldea y ¡juntos otra vez!”
Bueno, nos empezamos a
hacer muchas preguntas y todas tenían respuesta aunque yo tenía mucha
curiosidad en saber cómo mi amigo Ciprián había ido a parar a Potes, él me
contó que con 19 años se fue a hacer la mili y por un motivo u otro ya pocas
veces había regresado a Chanteiro, guardaba todavía, eso sí, muy bonitos
recuerdos, pero la distancia y sobre todo la familia, que se había ido a vivir
a Pasajes debido al empleo que su padre había conseguido en un barco de pesca
en ese puerto, le habían impedido volver.
CIPRI- Xiro, y cómo te
fue a ti en la vida, dime.
XIRO-
Pues amigo, te diré que podía haber ido
un poco mejor, pero tampoco me puedo quejar porque me he esforzado y trabajado
toda mi vida, trabajé como aprendiz de carpintero, luego en la construcción,
también embarcado, como tú y por último haciendo de todo un poco en la aldea y
por los alrededores. Fui sacando a mi familia adelante aunque casi siempre
tuvimos muchas visitas al médico, si no era uno era el otro, pero con parches y
cuidándonos un poco aún llegamos a disfrutar del retiro, y de divertirnos en
alguna romería y en estas excursiones.
CIPRI- Bueno a ver
cuéntame más, y por Chanteiro ¿ cómo anda la cosa?, yo creo que las familias
que vivían en aquel entonces, que algunas eran muy numerosas, je,je! de
aquellas alguna quedará en la zona, ¿no?
XIRO-
Bueno Cipri te contaré que de algunas familias queda más gente que de otras,
pero claro que todavía de casi todas queda alguna representación, aunque la
aldea y la gente que tu recuerdas ya poco tiene que ver. Tu y yo recordamos a
Os Canés, Os de Rozas, Os Cocheros, Os da Virxen, Os das Leiras, Os Rebós, Os
Peinados, Os Coira, Os Codecho, Os do Manxol etc.
CIPRI- Pues con todas
esas familias y esa gente que tu acabas de nombrar es con la que tengo mayores
recuerdos de cómo pasamos nuestra niñez, que aunque no había las diversiones de
ahora, nosotros con poco, nos divertíamos mucho, porque ahora mismo me viene a
la memoria cuando íbamos con las vacas a la orilla de la playa y recogíamos los
casquillos de las balas que los militares dejaban al hacer prácticas de tiro y
que se las vendíamos a un Sr que se llamaba Don Leandro que había sido maestro
de escuela.
XIRO-
Si, me acuerdo que venía de Mugardos, alguna cosa le pasara en la guerra y nos
las compraba a 5 pesetas el kilo, eso y gomas de codina a un real por cada una.
Además recuerdo que se sentaba en un asiento delante de casa, que aun lo hay
hoy, y como la hambre era mucha le decía a mi madre “Angelita voy a coger una
piñita de uvas” y madre le decía “Coja Sr. Leandro coja” y el hombre, no veas,
¡se daba un atracón hasta no poder más!.
CIPRI- Si la gente las
pasaba canutas Xiro, nos quejamos ahora, pero qué bien vivimos.
XIRO-
¡Y te acuerdas Cipri de aquel día que vimos a los hombres pez salir del agua!
Qué miedo pasamos nosotros allí, escondidos en la playa viéndolos salir, ja,ja!
Luego se lo contamos a todos los mayores y no nos creyeron, se reían de
nosotros, incluso nos reñían por contar eso, que a nuestra manera, según lo
contábamos, sonaba a una trola de las gordas. Luego la gente llegó a la
conclusión de que podían ser unos buzos o algo similar, me acuerdo además, que
había un capitán que estaba destinado en el Segaño pero que vivía en la casa
del Sr. Juan y nos decía que lo que contábamos era mentira, a saber cómo fue en
realidad aquella historia…
¿Y del lago de la playa?
Por algunos sitios tenía más de 1
metro de profundidad y nos servía para jugar en él con
las piraguas, ¡menudas mojaduras tenemos cogido allí!, la playa… la idea que tú
puedas tener de cómo era, hoy en día no
existe, no se parece casi en nada. Pues para que te sitúes, te diré que el
campo que teníamos como campo de futbol hoy es la playa y que casi todas las
huertas y prados que había alrededor, hoy están llenos de pequeñas y grandes
casas.
XIRO- Si, se lo alquiló
a su hijo Glicerio, después fue de Manolo “el Cané” y luego, por último lo tuvo
el Sr. Juan del que la
Sra. Filomena era suegra. Los bailes contaban con tantas
madres como chicas pues alrededor del baile había un banco que era ocupado por
las madres de turno con el pretexto de aguantar los abrigos y escuchar la
música, pero no perdían ni un segundo para observar a las hijas y sus amigas,
estando atentas para ver con quien bailaban, como lo hacían o si iban muy
arrimadas, a los compases de aquellos pasodobles
como Islas Canarias o Lugo-Ferrol. Casi siempre las chicas bailaban en pareja y
los chicos tenían que irlas a sacar a bailar también en pareja, no sin antes ir
a calentar motores en el ambigú, los que llegaban y ya se ponían a bailar eran
las parejas que llevaban ya algún tiempo juntos. El salón se hacía pequeño para
tanto bailarín, porque los músicos imprimían mucho ritmo, con aquellos
pasodobles, bosanovas, o cha-cha-chas… El baile era lo que más nos gustaba,
principalmente a la juventud, era de entender, porque al no haber casi ni quien
tuviera una bicicleta, no quedaba otra que el baile, las tabernas o algún paseo
por la carretera hasta el crucero. Había gente que se ponía a vender alguna
chuchería, o fruta…el Sr Antonio “el Churrero” era el que solía hacerlo.
Al
baile acudían más mujeres que hombres porque ellas tenían más donde elegir,
pues venían los llamados forasteros, y claro, casi nadie es profeta en su
tierra. Los chicos llegaban a Chanteiro de casi todas las partes, Mugardos,
Ares, Cervás, La Redonda
etc. Se echaban monte arriba por aquellos caminos llenos de barro y lama y con
un montón de baches, que alguno era tan grande que el que caía en él tenía que
llevar flotador, sino, hombre muerto,je,je, Aunque yo creo que les compensaban
tales peripecias, porque las chicas de Chanteiro, no es por presumir, eran muy
guapas y cariñosas, ya se sabe el amor mueve montañas.
XIRO-
Bueno el que más y el que menos, a lo largo del día trabajaba con un gran
esfuerzo físico en todas las tareas, porque Cipri, si todo funcionara como
ahora, con estas tecnologías modernas que en casi todas las casas hay: aparatos
con mando a distancia, ordenadores y electrodomésticos como lavadora, cocina a
gas, calefacción, televisión etc…después de venir de aquellos trabajos que eran
tan fuertes físicamente, ¿te imaginas que nos pudiésemos sentar en estos sofás
que hay hoy en día? y ver la tele, descansar de noche en cama, en estos
colchones de latex-lujo, cambiar lado verano-invierno como anuncian en la tele,
y no como antes, que había que ir al río, cocinar en un tres pies, sentarse en
una banqueta o en un banco, irse a la cama en invierno y no tener demasiada
ropa que echar en cama, para calentarnos, o como en mi casa, con un colchón de
hojas de maíz. No cabe duda que la vida, con las comodidades de ahora se haría
mucho más llevadera, si fuera así, yo calculo que nuestra generación podríamos
llegar todos a los 100 años y sin tomar ni una pastilla.
Ya
que estamos comentando lo penoso del recorrido para ir a Mugardos, me viene a
la memoria lo del Sr. Ramón de la
Grela aquel hombre que tanto miedo tenía y tantas bromas le
llegaron a hacer. Este señor trabajaba en Ferrol en Bazán y como tenía tanto
miedo, alguna vez lo tenía que acompañar Pepita, su mujer hasta cerca de Cervás. Un día bajando de la Pena al Esteiro, por el
camino se llevó un gran susto, según le comentó a sus compañeros de trabajo,
les dijo que cuando iba solo y de noche alguien le dijo “GUÁ” y tanto miedo
cogió que llegó al trabajo todo asustado. Sus compañeros al oír el relato le
dijeron “Ramón había de ser la raposa” y él les contesto “¿la raposa? Había de
ser… sabe Dios lo que era!”. Como en la aldea todos sabían lo miedica que era,
la juventud aún se lo hacía peor, recuerdo que un día le echaron un saco de hierba
en el río cerca de su casa y al salir afuera vió un bulto en el río y creyó que
era un muerto y llamaba a su mujer
“Pepita, Pepita! Hay un morto no río!” porque claro, a él en la distancia así se lo pareció. Pero, de
estas perrerías, casi siempre quien era el cabecilla era Paco el del Outeiro,
el hijo de Amalia, que todos lo conocíamos como “CHISTE”, menudo elemento este,
a donde no llegaba mandaba recado, cierto día argalló de darle, pero…¡un buen
susto! Para esta broma, aunque es un
poco fuerte, cogió una
piragua que tenía en casa y como sabía el recorrido y la hora que este hombre
hacía para ir a trabajar, con la ayuda de su hermano y José y Juan das Leiras
le esperaron escondidos y cuando vieron que se aproximaba subieron la piragua a
hombros simulando que era la caja de un difunto y se pusieron voz en alto a
decir un recordatorio como si fuera un difunto nombrándolo a él. Aquel hombre
dio la vuelta para su casa tropezando con todo lo que se encontraba en el
camino, llegó a casa sin respiración y le dijo a su mujer, “Pepita Pepita! eu
non vou traballar porque ahí chegando á
carretera vin o meu propio enterro!”. Aquello fue muy comentado, pero no tuvo
la mayor trascendencia.
Este personaje, porque
era un personaje, CHISTE, siempre se prestaba a todas las perrerías que se
hacían, así, era él quien nos ponía los apodos a todos, en una décima de
segundo se le ocurría un mote nada más pasar por delante de él, ¡no había nadie
en la aldea sin bautizar! A mi me puso Xiro, a ti “Fuguillas”, a mi hermano Pepe
“Lapis”, a Juan de Pepita “Parrulo”, a Uco das Leiras “Pingorete”, a Lolo das
Cancelas “Lorigorri”, a Sito “Chimpas”, “Caí” al hermano, al señor Ramón de la Grela “Guá”, al señor Isidro
“Chirola”,
CIPRI- Yo, de ese Manolo
de Rebón recuerdo que le daba a todo, tenía muchos hijos y el hombre trabajaba
en todos los oficios cantero, herrero, carpintero y muchos otros. El hombre no
podía parar porque tenía mucha familia a la que mantener.
En invierno, Xiro,
cambiábamos el mar por el bosque y jugábamos a los indios y vaqueros, a
escondernos por el monte y en tiempo de las castañas las asábamos y claro de
comerlas se nos manchaban las manos y sin darnos cuenta nos tocábamos la cara y
no veas como aparecíamos cuando llegábamos a la Rega y nos veía la gente, nos decían “Pero vos de
onde vides” y nosotros les decíamos que veníamos de “una merienda de negros”.
Así que entre los baños, los juegos y el monte nos pasábamos los domingos.
También, Xiro, ¿sabes cuando veo por aquí alguna
mula llevando algo de quién me acuerdo?.
XIRO- No me digas más,
del comercio ambulante que teníamos en la aldea, aquello era como Rafael y
Vicente pero de puerta en puerta, aunque yo creo que el animal que tenía el
Señor Manuel “El Pañero” como lo conocía la gente era una burra y no una mula.
Ese hombre tenía una gran clientela por toda la zona
ya que venía ofreciendo sus mercancías por todos
los rueiros, generalmente lienzo para sábanas, telas para hacer remiendos,
cortes de traje y diversas variedades de prendas, tanto para mujer como para
hombre, Estos géneros, todos muy ordenados y resguardados con mantas y lonas
por si llovía, solía traerlos los martes por la tarde por nuestra casa y
venía nada menos que de Cabañas.
Cipri también lo que
recordarás mucho será la escuela, porque no es por meterme contigo pero tú eras
de los que más castigaban, bien porque hacías alguna fechoría o porque no
prestabas atención, además faltabas bastante a clase y al catecismo y Don
Antucho no se andaba con bromas, te castigaba sin recreo o con otro de los
castigos de su amplio repertorio en menos que canta un gallo.
CIPRI- Si, como se las gastaba Don Antucho. Muchas
veces venía a nuestra clase, que estaba en el Monteiro, el cura de Cervás -Don Antonio- para ejercer, con la colaboración del
maestro, presión para que no faltáramos
a misa y al catecismo y claro está, entre los dos no teníamos escapatoria, o
ibas o si no llamaban a tus padres para que acudieran, cualquiera en aquel
entonces les decía que no.
XIRO- Con el clero y la Guardia Civil, no se podía andar con bromas, los guardias
civiles, cuando venía por la aldea eran los dueños, entraban en las casas sin
pedir permiso, tenían la autoridad de
requisarte cualquier
cosa y cuando había fiesta a ellos les había que dar de comer y cenar a cuenta
de la comisión y paraban la fiesta cuando ellos lo decidían, claro que
colaboraban con ellos los caciques de turno que eran amigos de la corporación.
Las niñas tenían otra escuela, era en la fuente, su
profesora se llamaba Doña María Luisa y vivía a modo de pensión en la casa de la Señora Francisca
la Reimunda
en el Curro. La escuela de las niñas estaba muy cerca del salón de baile y de la Rega donde los niños y niñas
jugábamos cuando podíamos a las bolas a la billarda, a la chapa, al escondite,
al marro…los juegos eran así, con muy poca cosa pero nos lo pasábamos muy bien,
aunque cuando mejor lo pasábamos era en los carnavales y en la fiesta de la Merced, que todo se hacía
en la Rega.
También era un día de festejo la ofrenda cuando la gente de La Graña, Ferrol,
Mugardos y Ares venían en grupos a la iglesia de la Virgen de la Merced para pedir que
cesara una peste que afectó a muchas de estas comarcas. Esta tradición aún se
conserva a día de hoy, aunque hubo algunos años en que la gente, principalmente
los de la Graña
y Ferrol, dejaron de venir ya que claro, hacían la travesía en embarcaciones y
un año los botes venían muy cargados y al llegar casi a la playa un bote se
escoró provocando que la gente se cayese al agua, ¡qué incluso hubo algún
muerto!. La gente sigue viniendo en el día señalado del mes de Mayo a renovar
“El Voto a la Virgen
de Chanteiro o de La Merced”.
Me vienen a la memoria
algunos momentos difíciles olvidar, aunque me gustaría que los contaras tú
porque, no es por nada, pero eras uno de los que no podían faltar en todas las
trastadas que hacíamos, por eso de chaval te llamábamos “Fuguillas”. ¿Te
acuerdas aquel día que estando, como tantas veces, con las vacas; que muchas
veces hacíamos jornadas de 10 de la mañana a 5 de la tarde; y tú y Jose das Leiras entrásteis por una
ventana en Coitelada y cogisteis pólvora que había allí?, ¿Te acuerdas que con
ella en el monte hicimos unos pequeños montones y les plantamos fuego? Aquello
era una traca de petardos pero al por mayor.
CIPRI- Si, aquello fue
muy fuerte, ¡je, je! Xiro, al poco
tiempo el monte ardía por todos los lados y los estallidos de la pólvora eran
un espectáculo, una gamberrada que se nos fué de las manos, la verdad.
XIRO- Si pero luego llamaron a la Guardia Civil de
Mugardos y allí nos preguntaron a todos quién había sido el que plantara fuego,
pero ahí sí que no soltamos prenda, nos mantuvimos en silencio y la cosa sólo
quedó en que a la próxima nos llevaban para el calabozo y por parte de nuestros
padres una pequeña riña. Oye, hablando de Coitelada también me acuerdo de otro
gran susto cuando se le disparó el fusil a Geluco el hijo de Benedicta, aquel
día andábamos por allí, empezó a llover y nos metimos dentro a abrigarnos con
los soldados y ellos tenían los fusiles colgados en unos ganchos en la pared,
con tan mala suerte que Geluco quiso sentarse allí, en un rincón y sin querer
le dio al gatillo y salieron todas las balas hacia el techo, ¡tuvimos suerte de
que no nos matara a todos de milagro!.
CIPRI- En Coitelada, era
curioso que nadie tenía reloj, y desde allí llamaba un soldado a Montefaro por
el telefonillo, para saber la hora y
mandaban a dos soldados a pie a buscar la perola de la comida. Tenían que salir
siempre entre las 11 y las 11:30 para estar con la comida en Coitelada sobre la
1. Todos estos movimientos nos valían cuando estábamos por ahí con las vacas
para orientarnos con la hora que era y así regresar con las vacas para casa.
XIRO- El que menos vacas
llevaba eran 3 ó 4, salvo los de las Leiras que llevaban 8 ó 9, así cuando las
metíamos en la carretera aquello era un desfile de ganado que a veces se comía
algún producto de las huertas, porque
nosotros veníamos jugando atrás y no les prestábamos mucha atención y luego
venían las reclamaciones a nuestros padres.
Pero los acontecimientos más importantes durante el
año eran, la fiesta de la
Merced, los carnavales, cuando cantábamos el aguinaldo por
las casas, las luminarias de San Juan, que de estas ya recordamos alguna cosa,
y cuando acudíamos a alguna romería. En las romerías lo pasábamos muy bien era
muy alegre, normalmente lo hacíamos con nuestros padres, claro está adonde
fueras siempre era en el “Coche de San Fernando” no había otra. Una de las
romerías a las que acudíamos todos, casi quedaban todas las puertas de las
casas de Chanteiro cerradas, era la de San Cristobal de San Felipe,
preparábamos las bolsas y cestillos con la comida, que solía ser tortillas,
alguna empanada y cachelos con sardinas asadas, ¡cómo una boda! Claro está,
todo esto regado con unos garrafones de aquel rico vino. De más pequeño, las
primeras veces que yo fui a San Cristobal con mis padres, íbamos en una
embarcación de vela, embarcábamos a un lado de la playa desde unas rocas a modo
de muelle pero no sin muchas dificultades, sobre todo la gente mayor, porque
tenía que estar el mar muy bien para poder subir sin miedo. La embarcación era
de Chiribía , un señor de Mugardos, que hacía viajes mientras hubiese gente y
nos dejaba en la playita de San Cristobal, pasados unos años cambiamos la ruta
e íbamos hasta la Redonda
donde ya había botes ese día para pasarnos por algún dinero, la vuelta era lo
mismo pero la juventud quería bailar al ritmo de la orquesta y los mayores
decían que había que cruzar la ría en los botes antes de que se hiciese de noche.
Luego esperábamos en la
Redonda a que tocaran las primeras piezas y como se oía
perfectamente el que más y el que menos movía un poco el esqueleto, subíamos
por Montefaro y hacíamos la última parada en lo alto donde había una tienda,
que se llamaba La Palma,
allí rellenábamos algún garrafón y al ritmo de la gaita de Albino la gente
comía si quedaba algo por las tarteras, se marcaban los últimos bailes del día,
¡vamos una gran farra! ¡¡Ei carballeira!!
Otro día que me mandaron a la tienda estaba el Sr.
Juanito “el Chupamantas” con más gente allí y llegó la Guardia Civil con una camioneta a buscar gente para ayudar
a apagar un incendio que había en Limodre
o en San Juan, no me acuerdo bien, y cuando iban subiendo a la gente en
la camioneta la Sra. Filomena
lloriqueaba y el Sr. Juanito les dijo a los demás, “a Sra. Filomena
chora, pero non porque nos leven, ela chora polo que lle debemos, por si
nos teñen alá moito tempo e non lle pagamos”; porque claro, el que más y el que
menos las consumiciones las hacía “al fiado” . Ya en la aldea, con mucha
retranca, se le decía a la Señora Filomena “Apunta no techo que xa cando
veña José do Rei xa che paga” esto lo decían porque este hombre nunca
frecuentaba la tienda y así hacían cabrear a la Señora Filomena.
Yo,
cuando iba a la tienda, era raro el día
que no escuchaba algo para contar, imagínate la cantidad de historias que allí
se contaban, también era raro el día en que en la tienda no estuviera
Florencio, un hombre pequeñito, menudo y con unas botas de goma, que tanto
tiempo pasaba dentro para no pasar sed, claro que cuando salía se le movía todo
a su alrededor y, como se caía decía “llueve aceite, por eso resbalo tanto”.
CIPRI-
Xiro, es que en aquellos años el que más y el que menos, lo que se dice sed, no
pasaba; se frecuentaban bastante las
tabernas, se hacían visitas mañana, tarde y noche, así que el vino y la
caña no se estropeaban y era frecuente algún calentón entre la clientela.
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CHANTEIRO, DONDE EL ATLANTICO GOZA,
Estos
son los recuerdos de Antonio “O Xiro” y su amigo Ciprián “O Fugillas”
7
DE FEBRERO DE 2011
Mi agradecimiento a mi
sobrino José Manuel Sousa Pérez y su familia por su colaboración en la
elaboración de este relato.
ANTONIO
PEREZ SANCHEZ
gracias por compartir tan grato relato ,el cual por unos instantes me translado a mi tierra natal chanteiro un abrazo de un chanteires por el mundo
ResponderEliminarGrazas Pita por ese abrazo que sempre nos une aos que queremos a Chanteiro.
ResponderEliminarSaudos.